dimecres, 23 de setembre del 2009

SALARIOS Y LEYES

EL PERIODICO DE CATALUNYA

23/9/2009 LOS DÍAS VENCIDOS

La vergüenza salarial

TOÑO VEGA JOAN BARRIL
Ha aparecido la encuesta sobre salarios que cada año nos ofrece el Instituto Nacional de Estadística. Los datos se remontan al 2007, antes de muchos despidos y antes de la evidencia descarnada de la crisis. Pero no son datos sorprendentes. Lo verdaderamente sorprendente es la cadencia sistemática con la que aparece año tras año la diferencia entre el salario del trabajo masculino y el del trabajo femenino.
El salario no es solo una cifra estadística. El salario es una compensación por una habilidad y por un esfuerzo. En realidad, es la cuantificación de lo que se supone que valemos, sencillamente porque un tercero ha decidido poner precio a nuestro trabajo. El trabajador por cuenta propia sabe que su beneficio lo va a obtener del mercado. Así, el buscador de oro o el campesino que lleva su cosecha al mercado. Pero el trabajador por cuenta ajena establece con su empleador un vínculo que va más allá de la simple contraprestación de servicios. El salario es también un reconocimiento y un acto de justicia. Las llamadas congelaciones salariales son una forma vil de convertir ese acto de justicia en una pequeña estafa. La estafa que lleva a primar la satisfacción de los accionistas antes que atender la justa compensación de los trabajadores.
Los exégetas de las cifras suelen justificar esa diferencia aduciendo que la mujer se ha incorporado tardíamente al mundo laboral y que el desequilibrio salarial viene de la baja cualificación de sus empleos o de la temporalidad de su trabajo. Pero el trabajo del Instituto Nacional de Estadística ha hilado muy fino. Y de la lectura de sus distintos renglones se comprueba que la discriminación salarial a favor del hombre también se mantiene en los trabajos temporales y en los puestos de trabajo menos cualificados. El hombre de media jornada y resignado a las labores más simples continúa percibiendo un salario superior al de la mujer en las mismas condiciones.
El misterio de esa desigualdad tiene dos frentes. Por una parte, los empleadores, generalmente hombres, han interiorizado hasta tal punto su escalado salarial en contra de la mujer que ni se plantean la igualdad. Por otra parte, las mujeres que aceptan esos trabajos por los que perciben el 30% menos que sus compañeros dan por bueno que su condición femenina les cierra las puertas al reconocimiento de su valía. Ya no se trata de pagar el músculo masculino y de castigar la constancia femenina. Es lo que hay. Y por desgracia eso es lo que habrá en el futuro.
El gallito gallego
El presidente de Galicia, el señor Alberto Núñez Feijóo, del Partido Popular, es un verdadero estratega de la cohesión de España. Considera que los referendos pacíficos como el de Arenys de Munt deben ser castigados. En un alarde de legalismo, Núñez Feijoo considera gravísima una eventual «insumisión» catalana ante la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut. Pero al mismo tiempo y en el mismo acto, el presidente gallego vino a clamar por la insumisión fiscal de Galicia. De los anticipos del Estado, Núñez Feijoo no va a devolver ni un euro, aunque la ley se lo exija. Otros presidentes del PP también se niegan a hacer cumplir las leyes académicas o de salud pública. Queda claro que hay leyes y leyes. O, mejor dicho, que hay leyes para los catalanes cuyo incumplimiento se ha de castigar y leyes de la señorita Pepis que sirven para sacar pecho.

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